miércoles, 7 de marzo de 2012

Si yo fuera Presidente cambiaría la gestión de los Recursos Humanos en las AA.PP.


Imaginemos por un momento que fuésemos empresarios y estuviésemos pensando en incorporar un par de personas a la red de ventas de la empresa, y que al hablar con el departamento de recursos humanos éste nos dijese: "Lo siento mucho, pero en esta ocasión no vas a poder entrevistar a los candidatos, para poder incorporar personal necesitamos convocar un concurso público, donde los candidatos que cumplan los requisitos mínimos, deberán pasar un examen en el que demostrarán sus conocimientos, en algunos casos relacionados con el puesto en el que se van a ubicar y en otros no, los dos candidatos que mejor nota saquen serán los elegidos... Una vez seleccionados, el candidato con mejor nota elegirá, de los dos puestos ofertados, cuál se quiere quedar, y cuál deja para el otro candidato... Cuando se incorporen firmarán un contrato que incluirá una descripción formal de las funciones de su puesto de trabajo, y esto es algo que a lo largo del tiempo no se podrá cambiar... A partir de ese momento los dos candidatos cobrarán exactamente la misma cantidad, compuesta por una parte fija y una variable que se irá incrementando según pasen los años en base a la antigüedad.... Ah!, y se me olvidaba, los dos candidatos serán contratados para toda la vida, con independencia de los resultados que den, de lo bien o mal que vaya la empresa, y de la carga de trabajo de la misma, una vez incorporados no se pueden despedir..."

Pues esto que visto así, con esta perspectiva, parece un poco raro, es a grandes rasgos, el modo en el que funciona la incorporación y posterior gestión de los recursos humanos en nuestras Administraciones Públicas. Los motivos que justifican este sistema son:
  • Unos lo defienden como una forma de garantizar un modo de acceso meritocrático, donde todos los posibles candidatos compiten en una oposición, para que sólo los mejores consigan la plaza. 
  • Otros lo defienden como una vía para evitar que los puestos directivos directamente ocupados por designación del partido político que gobierna puedan colocar a sus "amigos". 
  • Y otros muchos ni siquiera se plantean la idoneidad del sistema o no, directamente creen que debe ser así porque siempre ha sido así, porque en todas partes es así y porque no es posible otro modelo de incorporación y gestión de personas.
Y las consecuencias son:
  • Empleados poco motivados. El que por fin consigue una plaza, después de haberla sudado, sabe que esa plaza es para toda la vida, y no tiene ningún tipo de incentivo, más allá de su pasión y motivación personal, para desarrollar su trabajo:
    • Haga lo que haga no le van a despedir.
    • Haga lo que haga al final de mes va a cobrar lo mismo.
    • Si entra con ganas y motivado, a no ser que sea un super heroe, y de esos en nuestras Administraciones hay muchos, pronto se desmotivará. ¿Por qué? porque siempre tendrá al lado a alguien que no hace ni la mitad que él, que con la misma categoría cobra lo mismo, y que no tiene ni la mitad de carga de trabajo.
  • Administraciones mal dimensionadas. El hecho de que las plazas sean para toda la vida, y que la forma de acceder a ellas sea por oposición dificulta la incorporación rápida de recursos cuando éstos son necesarios y hace muy difícil, por no decir imposible, su reducción en momentos en los que se produce una caída en la actividad. La mejor forma de entender esto es con un ejemplo: año 2004, pleno boom inmobiliario, todos los Ayuntamientos de España inmersos en planes de reordenación del espacio urbano para ponerse a construir como locos, se dispara la oferta de plazas para la incorporación de arquitectos municipales. Año 2012, no se construye ni un chamizo, y lo que es peor, quién sabe cuándo se volverá a construir, los cientos por no decir miles de arquitectos municipales que se incorporaron en pleno boom inmobiliario, mucho, lo que se dice mucho trabajo, no deben tener. 
  • Nula Flexibilidad. Nada más lejos de la realidad que pensar en el reciclaje y aprovechamiento de los recursos en otras áreas diferentes a las que se incorporaron cuando superaron la oposición.  Siguiendo con el ejemplo anterior, los miles de arquitectos municipales que ya no tienen trabajo, son titulados superiores, y tienen un nivel de formación acorde a su titulación, a buen seguro podrían ser de gran utilidad, pero lamentablemente no lo son en otros puestos de responsabilidad relacionados o no con temas urbanísticos: 
    • En educación, donde podrían dar clases de multitud de asignaturas: matemáticas, física, química, dibujo, etc. 
    • En medio ambiente, donde a buen seguro, ya están al tanto de gran parte de la legislación ambiental.
    • En infraestructuras.
    • En el mantenimiento del espacio urbano, donde seguro que podrían aportar en áreas como la gestión de residuos o las actuaciones sobre el espacio urbano.
    • O en otras áreas, no relacionadas con su titulación, donde estoy seguro que con una pequeña formación podrían aportar valor suficiente.
Llegados a este punto, la pregunta es: ¿podemos hacer algo?¿es posible cambiar el modelo actual de gestión de recursos humanos en nuestras Administraciones? Mi respuesta es sí, podemos hacer algo, pero no basta con introducir pequeños o incluso grandes cambios en los estatutos que regulan la función pública, necesitamos un cambio radical y eso pasa por:
  • Eliminar el modelo de incorporación de personas por oposición, nuestras Administraciones tienen que funcionar como nuestras empresas, cuando necesitan personal lo contratan y si dejan de necesitarlo lo reciclan o lo despiden. Los procesos de selección tiene que ser parecidos a los de una empresa privada, porque más importante que la nota sacada por un candidato en un concurso oposición es su experiencia profesional, las habilidades que demuestra en una entrevista y su nivel de motivación para un puesto determinado.
  • Eliminar la organización de las personas en base a las famosas RPT (relación de puesto de trabajo), cuando alguien se incorpora a una empresa, lo hace en un puesto de trabajo, pero lo hace para lo que haga falta, hoy puede ser para trabajar en temas de urbanismo pero mañana igual haces falta para dar clases o para realizar inspecciones medioambientales, ¿por qué no?.
  • Modificar radicalmente los modelos de retribución y reconocimiento, o lo que es lo mismo, actuar como la empresa privada, e introducir modelos de retribución que tengan una parte fija y una parte variable ligada al cumplimiento de unos objetivos: individuales y departamentales.
  • Introducir un sistema de dirección por objetivos, que evalúe la actuación de cada departamento y del personal ligado a él, al cumplimiento de unos objetivos con criterios de máxima eficiencia económica. Para que nos entendamos, si mi misión es construir dos hospitales y para ello cuento con un presupuesto de 20 millones, si finalmente los construyo gastando sólo 18 y cumpliendo todas las especificaciones mejor que si gasto 22, y si para ello decido rodearme de gente de confianza, sinceramente, me da igual, como contribuyente lo único que me importa es que se maximicen los resultados conseguidos.  
Llegados a este punto, estoy seguro de que más de uno se habrá echado las manos a la cabeza, creerá que me he vuelto loco de remate y que introducir cambios como los que propongo llevarían al caos total, sin embargo yo no lo creo, ya hay países que tienen un funcionamiento del sector público similar al que aquí describo pero aunque así no fuese, no veo por qué este modelo que claramente funciona en la empresa privada, no es válido para la "empresa pública". 

Sólo una cosa más, si alguien leyendo esta entrada ve en ella una crítica hacia los miles de empleados públicos que día tras día, con enorme esfuerzo e ilusión desarrollan su trabajo, nada más lejos de la realidad. Llevo más de 10 años trabajando en la prestación de servicios a la Administración, y en todos y cada uno de los clientes en los que he estado me he encontrado con profesionales, que con todos los peros que aquí he expuesto, desarrollan su labor con un esfuerzo e ilusión que en muchos casos ralla la locura. Esos, que sin lugar a dudas trabajan por vocación para la Administración, tienen todo mi respeto y admiración, y no tengo absolutamente ninguna duda, de que en una Administración que incorpore los cambios que aquí describo trabajarían muchísimo mejor y aportarían muchísimo más valor del que ya aportan en la actualidad.

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